Juegos para despertar a nuestras flautas

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Estamos a principio de curso, con muchos nuevos alumnos y familias de Flauta Suzuki comenzando su aprendizaje y jugando sin parar a despertar a sus nuevas flautas traveseras.

Casi todos hemos hecho sonar alguna vez una embocadura de flauta de pico (como las del cole), en la que resulta bastante sencillo emitir un sonido cualquiera. Sin embargo, la flauta travesera tiene una embocadura especial, distinta de la del resto de instrumentos de viento, y no suele ser fácil hacerla sonar a la primera. Por eso, en clase os enseñamos muchos trucos, practicamos con juegos y, poniéndole un poco de paciencia, ¡a todos y todas nos acaba sonando de maravilla!

La recompensa es enorme, puesto que empezamos a hacer música a través del instrumento. Además, cuando ya hemos aprendido y nos suena con regularidad podremos mantenerlo para siempre… Algo así como montar en bici, ¡no se olvida nunca!

Nuestros pífanos, esas pequeñas flautas traveseras de plástico que utilizamos en la primera etapa de aprendizaje, constan de dos partes: la cabeza (donde se ubica la embocadura) y el cuerpo (donde colocamos las manos y en concreto cada dedo en el orificio que corresponda). Para la práctica del soplido en el instrumento y conseguir que suene más fácilmente, haremos unos cuantos juegos utilizando solamente la cabeza.

Durante todas estas actividades para aprender a soplar en clase, además de que la profe y el papá o mamá coloquen la embocadura al niño para mostrarle cuál es la posición adecuada, también jugamos a que el niño sea quien lo coloque a los mayores, ya que le sirve para visualizarlo y entenderlo desde fuera.

dos  juegos para  la embocadura y  los primeros soplidos

  • «Hacer canasta»: ¿a quién no le gusta jugar a encestar? Vamos a convertir nuestro aire en la pelota del juego y el agujero de la embocadura de la flauta será la canasta… Si conseguimos que suene, habremos encestado: inspiramos, botamos, lanzamos… ¡Dos puntos!
  • «Abierto y cerrado»: la cabeza suelta de la flauta, sin ninguna resistencia, produce un sonido bastante agudo; pero si la tapamos con la palma de la mano, obtenemos otro sonido mucho más grave. Esto nos permite jugar a infinidad de cosas con esas dos alturas: inventar o repetir ritmos que las alternen, cerrar los ojos y adivinar cuál ha sonado, hacer acompañamientos  sencillos para las canciones que tocan los compañeros más avanzados… Y si el movimiento tapando con la mano lo hacemos muy rápido lo que suena es… ¡Que vienen los indios!

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