El juego es la base del aprendizaje de cualquier niño. Como ya os hemos contado en otras ocasiones, es su forma de comunicarse y la mejor manera de interactuar con el mundo que le rodea. En nuestras clases de flauta travesera Suzuki, el juego está presente tanto en la clase individual como en la colectiva y es en esta última cuando comparten ese juego con los demás niños, aprendiendo unos de otros y ayudándose entre ellos trabajando en equipo.
Con cada juego que realizamos estamos potenciando una serie de habilidades en los niños como el desarrollo del oído, la psicomotricidad, la asimilación de estructuras musicales, la cooperación, la paciencia, la memoria, la escucha, la concentración y un largo etcétera. Para que veáis cómo lo hacemos os contamos dos juegos grupales que llevamos a cabo en nuestras clases y dos de las habilidades que especialmente fomentamos con ellos aunque no las únicas.
El chinito mandarín
Cuando los peques se saben la letra de esta canción de nuestro repertorio de flauta, hacemos un corro con un niño en el centro que tendrá los ojos tapados. Los que están fuera formando el círculo a su alrededor comienzan a cantar dados de las manos mientras se desplazan en una dirección. Cuando la canción termina, los niños se paran en la posición a la que hayan llegado y el que está en el centro tiene que adivinar qué compañero suyo está detrás reconociendo el sonido de su voz. Esto mismo lo podemos hacer tocando la canción con la flauta en vez de cantando.
Con este juego potenciamos:
- Discriminación auditiva: El niño que está en el centro tiene que distinguir una voz concreta entre todas las que suenan.
- Cooperación: Todos los niños que están en el corro tienen que cantar para que su compañero pueda identificar las voces.
El volumen de la radio
Elegimos una canción que pueda tocar el grupo. Uno de los niños será el encargado de subir y bajar el volumen de la radio indicándoselo a sus compañeros con el brazo. Los demás tienen que estar pendientes de ese cambio de volumen ya que cuando este está muy bajo la canción deja de escucharse. En ese momento todos tienen que continuar cantándola mentalmente para que cuando el volumen vuelva a subir puedan retomarla.
Con este juego aprendemos:
- Desarrollo del pulso interno: Mientras no suena la música y cantan mentalmente, tienen que ser lo más precisos posible con la velocidad a la que piensan la melodía. Al igual que los músicos de una orquesta o de un grupo de cámara, deben de sincronizarse.
- Concentración: No sólo se concentran pensando la melodía sino que además están pendientes del compañero que sube y baja el volumen.
El juego en grupo no solo es divertido sino que además es muy efectivo. Los niños quieren ser parte del conjunto y jugar entre ellos. Al estar con otros compañeros están más dispuestos a repetir una actividad más veces con los beneficios que eso puede proporcionarnos. ¿Os venís a jugar con nosotras?