Según nuestros pequeños flautistas van creciendo, las familias y las profes observamos orgullosos cómo cambia su forma de tocar y también lo que buscamos y trabajamos durante nuestras clases. Los niños, después de un tiempo, ya no tienen necesidad de que trabajemos en las notas de las canciones, el ritmo o los movimientos sincronizados de los dedos. Empiezan a tocar piezas del repertorio flautístico profesional y a concentrarse en otros aspectos técnicos de nivel superior o cuestiones musicales mucho más abstractas y artísticas:
- Respiración: este es un aspecto que trabajamos desde que nuestros alumnos empiezan sus clases de flauta, ¡les ayuda con el instrumento y sin él! Según van creciendo y aprendiendo, además de aguantar más tiempo soplando, empiezan a administrar su aire: cuánto queremos gastar, a qué velocidad debe salir… Practicamos juegos y ejercicios para entrenarlo juntos en la clase: nos pasamos una nota, como si fuésemos una sola flauta, poniendo el cronómetro para ver cuánto tiempo soplamos después de inspirar en cuatro tiempos.
- Lectura: como os contamos en otro post, los niños que aprenden con Método Suzuki también leen el pentagrama y utilizan partituras a partir del momento en que es adecuado. Nuestros alumnos mayores empezaron aprendiendo de oído y de memoria pero ahora aprenden las piezas y ejercicios leyendo las partituras, aunque el resultado final siempre es interpretarlo de memoria… El lenguaje musical empieza a ser una parte más de las clases tanto individual como grupal Suzuki a partir de que el alumno está preparado y se introduce progresivamente y con práctica de lectura de alturas, ritmos, seguimiento de partituras durante la escucha, discriminación auditiva…
- Expresividad: cuando los alumnos desarrollan su técnica y sonido personal podemos empezar a centrarnos en aspectos como el color del sonido, el tipo de staccato o las dinámicas, según el carácter de la pieza. Los alumnos piensan en lo que sienten o quieren transmitir con la música y según eso buscan su sonido y la manera de comunicarlo. Cierran los ojos y disfrutan, ¡de forma natural surge esta magia!
Da gusto poder ver cómo nuestros alumnos crecen como personas y como músicos y gracias a las herramientas que les damos en clase son también cada vez más autónomos: toman sus propias decisiones musicales y van siempre acompañados por su flauta… Ya la llevan a todas partes: a casa de los abuelos, de vacaciones, a clase en el cole… ¡puede surgir un concierto en cualquier momento!